Comiendo por España. Lateral y Casa Lucio.

Nuestro último día en Madrid fue mi favorito.

Por la mañana paseamos por la Puerta de Alcalá (y sí, canté la canción mientras nos tomaban una foto), por la Plaza de la Cibeles y de ahí nos dirigimos al Parque del Buen Retiro.

Nos vimos con Sandra, mi mejor amiga, en el parque y de ahí nos fuimos caminando por Madrid, platicando de todo y de nada hasta llegar al Barrio de las Letras.

Lateral

Sandra nos llevó a “Lateral”, un restaurante/bar muy “cool” que se encuentra en la Plaza de Santa Ana.

Me gustó mucho el estilo moderno y minimalista del lugar.

Nos pedimos una jarra de clericot y varios pinchos al centro.

Primero, llegó el “Pincho Lateral” de pan tomate con jamón ibérico y aceite de olivo.

Luego, pedimos unas croquetas de jamón ibérico con alioli (salsa de ajo con aceite de olivo).

Después, pedimos la degustación de pinchos que tenía: pinchos de solomillo con cebolla confitada; de boquerones con anchoa; de rollitos de salmón; croquetas de Boletus (hongo); y, por supuesto, pinchos de jamón ibérico.

JAMÁS se puede pedir demasiado jamón ibérico.

Finalmente, ordenamos un “Matrimonio”: boquerones en vinagre, anchoa en aceite de oliva y mermelada de pimiento. El platillo tenía unos sabores extremadamente intensos que curiosamente se llevan perfecto.

No sé cuántas horas estuvimos ahí, comiendo, tomando y hablando y hablando y hablando.

Es un lugar con comida bien preparada, con ingredientes frescos y en el que se puede estar muy a gusto.

Cuando empezó a atardecer, fuimos al Museo Reina Sofía a maravillarnos con las obras de Picasso y Dalí.

Casa Lucio

Y así, en un abrir y cerrar de ojos, ya era hora de cenar y qué mejor que hacerlo con amigos. Además de Sandra, nos acompañaron Fabri y Valen, amigos muy queridos de Mau de cuando “estudió” en Santiago de Compostela.

Fuimos a “Casa Lucio”, el restaurante conocido por tener los mejores huevos rotos.

Entré emocionada y me encontré con un lugar muy clásico (un poco acartonado para mi gusto).

Nos sentamos rodeados de mesas de señores y señoras ya mayores vestidos muy elegantes, que hablaban a -2 decibeles.

Nos atendió un mesero que no tenía tiempo que perder, pero bueno, los mexicanos estamos acostumbrados a que nos traten más bonito.

Todo eso no importó por la compañía y por la comida, claro.

Pedimos una “Ensaladilla rusa” para empezar. Me encantan las ensaladas sin lechuga. Nada de ponerse a contar calorías con esta ensalada. Lleva papa, chícharos, zanahorias, aceitunas, atún, huevo duro, salmón y, por supuesto, mayonesa. Me pareció la ensalada más sencilla, deliciosa y menos dietética que he comido jamás.

Después, llegaron los “Huevos rotos” que tanto había ansiado comer. Trajeron un plato que tenía sólo dos ingredientes: papas a la francesa y huevos fritos encima.

Me quedé anonadada. ¿De verdad por esto son famosos?-pensé. Fabri luego nos enseñó que hay que romper los huevos (osea, partirlos encima de las papas) e hizo los honores. En cuanto el cuchillo tocó los huevos, las yemas se rompieron y se chorrearon lentamente como oro líquido permeando poco a poco sobre las papas. Una belleza.

Añadimos un poco de sal y a probar. No podía creer como unos huevos con papas podían tener un sabor tan nuevo y tan familiar a la vez. Me supieron a los huevos de mi infancia con un toque mágico de papas crujientes por fuera y suaves por dentro. Son imperdibles.

Eso no fue todo. Pedimos un “Revuelto Lucio” que es una versión de huevos entre revueltos y estrellados con setas, ajos tiernos y camarón. Este platillo, aunque parecería imposible, supera a los huevos rotos.

No todo fueron huevos. Probamos también el “Cocido Madrileño”. Una bomba de sabor y tradición en la forma de un guiso contenido en un recipiente de barro.

Una delicia que tenía, entre lo que logré distinguir: pancita, cueritos y chorizo que acompañas con pan. Un platillo ligerito, pues.

Ya para rematar, comimos una especie de “crème brûlée”.

La verdad, ese día me hubieran podido poner a comer lo que fuera. Un día de comidas y bebidas compartidas con amigos, es incalificable, invaluable e inolvidable.

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